En
realidad no importa cual jamón decidas comprar porque los dos son deliciosos y
terminan siendo una excelente fiesta de sabor para el paladar. Pero siempre es
bueno saber distinguir entre uno y otro para no terminar por ser timado en
alguna tienda especializada en jamón o por algún comerciante que quiera
estafar. Lo importante es saber distinguir entre un jamón de calidad y otro que
no es de la misma calidad que tanto te quieren vender. Por lo tanto, es necesario
que se entrenen a los sentidos para poder escoger el jamón perfecto.
La
textura de la grasa, es lo que determina la alimentación que ha llevado el
animal en vida. Los cerdos criados en dehesas al aire libre y con una
alimentación basada en bellotas y hierbas poseen altos niveles de ácido oleico.
Para poder reconocerlo debes deslizar sus dedos por la carne. Si la grasa es
suave al tacto y al presionar ésta se hunde sin duda es un jamón ibérico de
bellota. Por el contrario, si la alimentación del cerdo fue de pienso, entonces
la grasa tendrá un tacto más duro y
menos flexible. El color también en fundamental para saber si es jamón ibérico.
El
color de la grasa marca el tiempo de curación y la calidad. Si es demasiado
blanco significa que el jamón puede no tener la curación adecuada no ser de bellota. Mientras más tiempo de
curación tenga el jamón, mejor calidad tendrá. Existe confusión en el mercado
de los ibéricos por los precios, pero el proceso de elaboración de un producto
gourmet así es lento y toma su tiempo. Por lo tanto, también es costoso ya que
tiene una duración de entre cinco y seis años desde que nace el cerdo hasta que
el jamón está curado.
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