lunes, 24 de junio de 2013

Cuidando el jamón ibérico


El jamón que se conoce en estos días, se basó en años de experimentación y proceso para saber los elementos que requieren para poder tener el mejor sabor y la calidad que necesitan. Paras poder conservar la pierna del cerdo ibérico con la estabilidad y composición que se le conoce se tuvo que pasar por resultados más allá de tratar de obtener carne semicurada, salada y secada. Combinando el uso de la raza de origen con el campo y adaptada al medio ambiente, de los abundantes recursos alimenticios de la dehesa durante el otoño, para seguir con el sacrificio del animal.

Después seguiría la elaboración en la temporada invernal del año, más cruda y fuerte. Ya que es muy importante para poder conseguir el jamón deseado. Después continúan los procesos ciclos de la zona de producción del cerdo y del jamón ibérico. Continúa con el calor de la primavera, el seco ambiente del verano para que se pueda hacer uso de los secadores y continuar con el largo proceso de maduración de la carne  que promueve el delicado equilibrio entre factores prooxidantes y antioxidantes de la grasa y de la degradación enzimática de las proteínas.

Es gracias a esos cuidados que se obtienen la combinación de compuestos sápidos y aromáticos, características muy importantes y básicas del jamón ibérico. Así es como destaca el aroma intenso y persistente a aromas de frutos secos, madera, tostado y un poco de rancidez, así como su característico aspecto de color rojizo intenso, con grasa veteado abundante  fluida y brillante, acompañada de numerosos precipitados de aminoácidos que forman el pintoresco blanco de la superficie del jamón. También la textura o consistencia firme que permite el corte de lonchas muy finas y delicadas. Así es como se logra el cuidado del jamón ibérico.

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