Después
de ir a la tienda y comprar un jamon ibérico de Guijuelo de calidad, es necesario
que solo lo abras cuando estés seguro de que vas a comer. Esto se debe a que si
llega un momento en el que te sientas satisfecho, deberás de cortar algunas
partes antes de volver a guardarlo. El oxígeno provoca una reacción sobre las
lonchas que provocan pérdida del aroma. Para cortar el jamón se necesita una
tabla de corte y tres tipos de cuchillos: uno largo y flexible, otro corto y
fuerte, tipo puntilla y un tercero de hoja ancha tipo machete. Además, la
chaira para asentar sus filos.
Esto
solo se hace si es que se adquirió una pierna de jamón ibérico y no en rebanadas
previamente seleccionadas y cortadas. Toma el cuchillo ancho para quitar la
corteza y el tocino exterior dando un corte profundo en la caña. Después toma
el cuchillo jamonero y empieza a sacar lonchas de la maza, que es la parte más
gruesa de la pierna. Corta toda la corteza y el tocino exterior pelando el
jamón. Las rebanadas deben de ser
pequeñas y muy finas. Es necesario que el borde se mantenga limpio y perfilado,
evitando así sabores rancios o cortezas innecesarias.
Tan
pronto llegues al hueso de la cadera, usando la puntilla, realiza un corte
incisivo alrededor del hueso para que las siguientes rebanadas salgan limpias
de esa zona. Esto es tan solo la mitad de toda la pierna del cerdo ibérico, por
lo tanto es necesario que se realicen
los cortes que corresponden al momento de comer. Solo así se podrá tener la
seguridad de que el jamón se mantendrá lo más fresco posible sin que pierda
tantas propiedades naturales. Lo mejor es guardar el jamón en un lugar con una
temperatura a los 23 y 25 grados centígrados.